¿Te ha pasado que tomas un café caliente o muerdes un helado y sientes ese “toque eléctrico” que te hace fruncir la cara? Ese pinchazo rápido, incómodo, casi insoportable… sí, hablamos de sensibilidad dental.
Y aunque muchas personas la ven como algo “normal”, la verdad es que no lo es. Ese dolor es un aviso. Tu cuerpo está diciendo: “Ey, algo no está bien aquí”.
En este artículo te voy a contar —sin rodeos— cuáles son las causas más comunes de la sensibilidad dental. Las que veo todos los días en consulta. Y más importante aún: cómo evitarlas antes de que se conviertan en un problema mayor.
Dieta rica en ácidos: lo que comes también desgasta tus dientes

Sí, lo que comes influye. Y mucho.
Los jugos cítricos, refrescos, vinagres, frutas ácidas y hasta ese vinito que tanto te gusta, son ácidos que erosionan el esmalte dental con el tiempo. ¿Y qué pasa cuando el esmalte se desgasta? Que queda expuesta la dentina, esa parte interna del diente que es súper sensible.
El problema no es que comas algo ácido de vez en cuando. El problema es la frecuencia, la cantidad y no enjuagarte después. Un mal hábito hoy, es una molestia dental mañana.
Mala técnica de cepillado: sí, también se puede «cepillar de más»

Pensamos que mientras más fuerte cepillamos, más limpios están los dientes. Y no.
Usar cepillos duros o presionar demasiado al cepillar genera lo que se llama abrasión dental. En palabras simples: estás lijando tu diente sin darte cuenta.
Esto no solo desgasta el esmalte, sino que también hace que tus encías se retraigan, dejando zonas sensibles expuestas. Resultado: te cepillas para cuidarte, y terminas lastimándote. Paradójico, ¿no?
Caries: la causa que nadie quiere escuchar, pero es real

Las caries no siempre duelen… hasta que ya es tarde.
Una caries puede perforar el esmalte y llegar a la dentina, o incluso al nervio. Cuando esto pasa, la sensibilidad no solo aparece, se vuelve constante. Especialmente con cosas dulces o frías.
Esas molestias que parecen «normales» al comer helado podrían ser una señal de caries avanzadas. Y cuanto antes las detectemos, menos te va a doler (el diente y el bolsillo).
Recesión de encías: tus encías se están retirando, literalmente
Las encías no deberían moverse, pero cuando hay inflamación crónica o cepillado agresivo, empiezan a “subir”. Lo malo es que debajo de ellas está la raíz del diente, una zona mucho más sensible.
Y cuando esa raíz queda expuesta, el aire, el agua o un simple sorbo de café pueden sentirse como una tortura. La solución no es magia: se necesita diagnóstico, limpieza profunda y, en algunos casos, tratamientos más especializados.
Bruxismo: el estrés también se paga con los dientes

¿Apretás los dientes sin darte cuenta? ¿Te despiertas con dolor de mandíbula?
El bruxismo, ese hábito de apretar o rechinar los dientes, desgasta las superficies dentales, genera microfracturas, y sí, también sensibilidad.
Lo más complejo del bruxismo es que es silencioso. Muchos pacientes ni siquiera saben que lo tienen hasta que ya hay daño. Y para ese momento, la sensibilidad ya se instaló.
Una férula de descarga personalizada, chequeos regulares y manejo del estrés hacen una gran diferencia.
🦷 Tratamientos dentales recientes: a veces la sensibilidad es pasajera
Después de un blanqueamiento, una limpieza profunda o un empaste nuevo, es normal que sientas algo de sensibilidad temporal.
La clave aquí es la palabra “temporal”. Si ese dolorcito no se va en unos días, algo puede estar fallando en la adaptación del material o en el sellado del diente. En ese caso, mejor revisar a tiempo.
Productos abrasivos: no todo lo que blanquea es bueno
Muchas pastas dentales “blanqueadoras” tienen partículas abrasivas. Y aunque sí pulen manchas, también se llevan una capa del esmalte consigo.
¿Resultado? Dientes más limpios, sí. Pero también más débiles y sensibles.
Si tienes tendencia a la sensibilidad, mejor opta por pastas específicas para dientes sensibles y consulta antes de dejarte llevar por la promesa de “dientes más blancos en 5 días”.
Dientes agrietados o fracturados: lo que no se ve, también duele
Un golpe, morder algo muy duro, o incluso el bruxismo pueden provocar grietas microscópicas en los dientes.
Estas grietas no siempre se ven, pero permiten que los estímulos lleguen al nervio. Y ahí es cuando aparece la sensibilidad. En casos más graves, esas grietas pueden avanzar y requerir tratamientos más complejos como una corona o endodoncia.
Acumulación de sarro: la placa que se quedó a vivir
Si no haces limpiezas regulares, la placa se mineraliza y se convierte en sarro. El sarro se mete debajo de las encías, inflama y provoca recesión.
Ya sabes lo que sigue: raíz expuesta, diente sensible, molestias cada vez más frecuentes.
Por eso insistimos tanto con las limpiezas semestrales. Porque una buena limpieza no solo “deja todo brillante”. Previene problemas que duelen más de lo que imaginas.
El paso del tiempo también cuenta
Con los años, el esmalte se desgasta. Las encías cambian. La estructura dental se debilita. Y sí, la sensibilidad se vuelve más común.
No es un castigo, es parte del envejecimiento natural. Pero eso no significa que tengas que resignarte a vivir con dolor. Todo lo contrario. Con los cuidados adecuados, podemos minimizarlo o incluso evitarlo.
¿Qué hacer si ya tienes sensibilidad?
Primero: no lo ignores.
Segundo: no te automediques. No uses pastas al azar ni apliques “remedios caseros”.
Tercero: agenda una revisión. Porque solo un diagnóstico claro puede decirte por qué está pasando y cómo podemos solucionarlo.
En AM Dental Studio, en Zapopan, Guadalajara, trabajamos contigo para que no solo tengas una sonrisa bonita, sino funcional, sana y sin dolor. Aquí no tapamos el síntoma: resolvemos la causa.
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