1. Te sangran las encías y piensas que es normal. No lo es.
Lo ignoras. Te cepillas los dientes, escupes y ves sangre. Otra vez. «Debe ser el cepillo», piensas. «Nada grave». Error.
El sangrado de encías no es normal. Es una alarma, una bandera roja, una advertencia clara de que algo va muy mal en tu boca. Y si la ignoras, estás dándole tiempo a un enemigo silencioso para que destruya lo que más deberías proteger: tus encías y el hueso que sostiene tus dientes.
Ese enemigo se llama piorrea. Suena anticuado, incluso inofensivo. Pero es todo lo contrario. Es la fase avanzada de una enfermedad periodontal que puede arrancarte dientes sanos y dejarte con un vacío que ni el mejor implante puede llenar del todo.
2. La piorrea no empieza con dolor, empieza con descuido

Lo más peligroso de la piorrea es que no duele… hasta que ya es tarde.
No hay un “clic” de advertencia. No hay un dolor agudo que te mande corriendo al dentista. Solo pequeños síntomas que se acumulan: encías inflamadas, mal aliento persistente, un diente que parece moverse levemente.
Y ahí es cuando empieza a actuar, sigilosamente. Porque la piorrea se alimenta del abandono.
Muchos pacientes piensan que mientras el diente no duela, está todo bien. Y cuando llegan al consultorio con movilidad, pérdida ósea o piezas “sueltas”, se sorprenden. Pero ya es una batalla cuesta arriba.
“La piorrea es inflamación constante en las encías. Esto afecta la estabilidad del diente 100%. Una encía y un hueso sanos mantienen el diente estable. Si hay inflamación constante, se pierde hueso, y puede generarse una enfermedad periodontal constante y agresiva que termina en la pérdida del diente, sano o no.” — Dra. Alejandra Mora
3. ¿Qué pasa realmente en tu boca cuando tienes piorrea?

Vamos al grano. La piorrea no es solo “inflamación”. Es una infección crónica y progresiva que ataca primero a la encía y luego al hueso que sostiene el diente.
Aquí te lo explico paso a paso:
- Empieza como gingivitis: encías que sangran, enrojecidas, sensibles.
- Si no se trata, la infección avanza al ligamento periodontal.
- Luego alcanza el hueso alveolar, destruyéndolo poco a poco.
- El diente pierde soporte, se afloja, y termina por caerse.
Lo brutal es que el diente puede estar completamente sano, sin caries, sin fracturas, perfecto… pero sin encía ni hueso que lo sostenga, no tiene futuro.
La piorrea te roba el terreno, no la estructura. Y eso la hace más traicionera.
4. La conexión entre encías inflamadas y dientes que se caen (aunque estén sanos)
Aquí es donde muchos pacientes no entienden lo que está pasando. Me dicen:
— “Doctora, el diente se me cayó pero no tenía caries”.
Y yo les respondo: “No necesitaba tener caries, necesitaba tener encía”.
La piorrea destruye el soporte de tus dientes, no el diente en sí. Y eso es mucho más difícil de recuperar.
Una encía sana es como una base firme. Un periodonto sano (encía + ligamento + hueso) es lo que mantiene los dientes en su lugar. Pero cuando esa base se ve comprometida por inflamación constante, bacterias y placa acumulada… la casa se derrumba aunque las paredes estén intactas.
“Una encía y un hueso sanos mantienen el diente estable. Si hay inflamación constante, se empieza a perder hueso, y termina en la pérdida del diente, sano o no.” — Dra. Alejandra Mora
5. Lo que nadie te dice sobre la piorrea: se puede prevenir… pero no se cura sola
No hay una pastilla mágica, ni un enjuague milagroso, ni una receta casera que te cure la piorrea. No desaparece con el tiempo. Solo empeora.
Pero hay una buena noticia: puede prevenirse totalmente.
Sí, totalmente.
La piorrea es una consecuencia del descuido acumulado. Si mantienes una higiene rigurosa, visitas periódicas al odontólogo y limpiezas profundas cuando corresponde, es casi imposible que llegues a esa etapa.
Lo que no se puede hacer es ignorarla y luego esperar que se “regenere sola”. Una vez que se pierde hueso, el cuerpo no lo recupera por sí solo. Necesitas intervención profesional: limpiezas quirúrgicas, raspados, injertos en algunos casos, y sobre todo… constancia.
6. Hábitos que alimentan la piorrea sin que te des cuenta
¿Quieres saber qué cosas haces en tu día a día que están alimentando silenciosamente esa inflamación?
Aquí van los culpables más comunes:
- Fumar: impide que el tejido se regenere correctamente.
- Cepillado deficiente: o demasiado agresivo.
- No usar hilo dental: la placa se acumula entre los dientes sin que la veas.
- Saltarte limpiezas profesionales: el sarro solo se elimina en el consultorio.
- Dietas altas en azúcar y bajas en nutrientes: sí, tu dieta también influye en la salud de tus encías.
- Estrés crónico: que debilita tu sistema inmune y acelera procesos inflamatorios.
Cada uno de estos factores crea el caldo de cultivo perfecto para que la piorrea se instale y haga lo suyo. Y lo peor: no avisa.
7. ¿Se puede revertir el daño? Esto es lo que sí (y lo que no) puedes hacer
Aquí viene la parte realista. Cuando ya hay piorrea diagnosticada, el tratamiento no es opcional, y tampoco exprés.
Esto es lo que sí puedes hacer:
- Raspado y alisado radicular: limpieza profunda debajo de la encía.
- Antibióticos locales o sistémicos, según el caso.
- Cirugías periodontales si hay bolsas profundas.
- Controlar hábitos tóxicos: dejar de fumar, mejorar higiene, cambiar dieta.
Lo que no puedes hacer:
- Dejar pasar el tiempo esperando que “se calme”.
- Pensar que “si no me duele, no es grave”.
- Usar colutorios como única solución.
- Cambiar el cepillo y pensar que ya hiciste tu parte.
La piorrea requiere intervención activa. Y sí, puede controlarse. Pero si dejas pasar el tiempo, el daño será irreversible.
8. Conclusión directa: si pierdes tus encías, pierdes tus dientes
No hay forma suave de decirlo: si pierdes la salud de tus encías, pierdes tu sonrisa natural. Así de simple.
Y todo empieza por no hacerle caso a una encía que sangra, a un aliento que no se va, a una sensación de presión rara entre los dientes. Ahí es cuando debes actuar.
“La encía y el hueso sano mantienen el diente estable. Pero si hay inflamación constante, se empieza a perder, y se genera una enfermedad periodontal constante y agresiva.” — Dra. Alejandra Mora
No esperes a que tus dientes “se muevan” para darte cuenta de que algo va mal.
Hazlo ahora. Tu sonrisa depende más de tus encías de lo que imaginas.
¿Y ahora qué?
Haz una cita. Hazte una limpieza. Pide una evaluación periodontal. No te conformes con cepillarte. Porque cepillarse es bueno, pero no suficiente si la piorrea ya está tocando la puerta.
Y si ya perdiste piezas, no te castigues. Pero no pierdas más. Actúa hoy.
Comparte este artículo con quien aún piensa que el sangrado de encías es «normal».
Porque lo que es normal, no siempre es saludable.
Y lo que es silencioso… no siempre es inofensivo.